20 de febrero de 2012

Transparente


Una pancarta transparente y sin texto apareció por primera vez en Zaragoza, en la manifestación contra la segunda guerra de Irak, el 10 abril del 2003. Diversas ciudades españolas la han empleado desde entonces. En la manifestación de ayer reapareció en su Zaragoza natal, para marcar una frontera con los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT. Entre sus filas se podían ver, por ejemplo, representantes del PSOE que como buenos políticos, aprovechaban para sacar alguna ventaja electoral. Políticos en el pervertido sentido del término, el que domina hoy en nuestro país. Clase política se autodenominan a través de los medios de comunicación.
¿Cómo compartir espacio con quienes han preparado el terreno para las reformas actuales? Con quienes han aplicado sistemáticamente medidas neoliberales en lo fiscal y en lo laboral, que han ido horadando los logros del estado del regular-estar español. No nos ha dado tiempo a llegar al bienestar y ya lo están desmontando.
¿Cómo compartir espacio con unos sindicatos desprestigiados desde fuera y desde dentro? Sindicatos que han olvidado la vieja estrategia de enfrentar a los trabajadores, ya denunciada por Marx, y no han sabido ver al enemigo, agazapado tras las siglas de demasiados partidos políticos.
La pancarta muestra una frontera, la que media entre la ciudadanía y quienes deberían ser sus representantes democráticos. La frontera entre la sociedad civil, que todavía parece estar viva para algo más que para iniciativas económicas privadas, a pesar del sistemático ataque sufrido desde hace décadas por nuestra clase política. La frontera entre una esperanza de renovación moral y el fariseo más de lo mismo, disfrazado de diversos modos.
Transparente porque quienes manejan hoy las reglas del juego tratan por todos modos de que sus portadores lo sean. Ayer mismo, la policía sólo recibió orden de identificar y ¿quién sabe? si era posible, neutralizar al numeroso grupo que iba tras ella.
Transparente porque no quiere tener nada que ocultar, y porque ella misma, ausente de texto, lo dice todo. Transparente y frágil como la esperanza, pero necesaria para la vida de cualquier humano.

2 comentarios:

clara dijo...

Nos están quitando todo, hasta los colores. Sólo nos queda aferrarnos a la esperanza, por muy transparente que sea, y a las idea de que puede haber otra manera de vivir y de gobernar. Eso no es que lo tengamos que tener claro, debe de ser transparente para que todo el mundo nos lo vea.

Octavio Colis dijo...

Me gusta, pancarta transparente; corazón sin nombre; agua que llora;
nota sin palabras; marzo sin mar; te quiero pero no me acuerdo... se me olvidó que te olvidé... mañana... ¿dónde?, ¿a qué hora?, ¿quién? No te preocupes, yo tampoco fui...