12 de septiembre de 2013

Medidas de justicia


La vuelta de vacaciones me está dejando perplejo, debe ser la edad, pero cada vez que se me ocurre conectar la televisión me encuentro con alguna sorpresa. Y no me refiero a la mezcla de ridículo y cara dura que ha supuesto la payasada de presentar a Madrid -ya ni se sabe cuántas veces- como candidata a las olimpiadas. Eso despierta una sonrisa, agria, ¿cuánto dinero llevamos tirado?, pero sonrisa al fin. Me refiero a las eficaces medidas que se están poniendo en marcha para acabar con la crisis, entre las que destaco tres nuevos programas de la tv pública. 
Al primero acuden espectadores con problemas, como estar en paro, no poder pagar la matrícula de la universidad o una cama articulada para un enfermo … y el público ayuda con donaciones o algún otro favor. El segundo consiste en fomentar el apoyo, la acción social entre ciudadanos, mostrando ejemplos de solidaridad y poniendo en contacto espectadores necesitados con otros voluntarios.
Excelentes soluciones para unos gobernantes que vacían la idea de justicia y la sustituyen por la de solidaridad, (en sus casas lo deben llamar caridad cristiana -¡menuda burla!-). Mientras el poder se encarga de destrozar la justicia social generando desigualdad, han de ser los propios ciudadanos quienes se ayuden a seguir adelante, y además nos ofrecen un enternecedor espectáculo.
El tercer programa es un concurso para quienes quieren montar una empresa -emprendedores es la palabra de moda- otorgando al ganador 100.000 € El mismo truco rastrero, lo que impide el estado lo suple la tv. ¿Quién dice que sea obligado el emigrar para los jóvenes?, si estamos fomentando la competencia sana y la excelencia.
¿Dónde queda la justicia distributiva del viejo Aristóteles, al que muchos de los “intelectuales” del gobierno siguen llamando el filósofo? ¿Dónde esa equidad de Rawls, pensador tan del gusto de los liberales?
¡Ay! Retornan las damas con abrigos de piel pidiendo ayudas para los pobres y organizando rastrillos benéficos. Tiempos magistralmente descritos por Berlanga en su Plácido … me voy a verla.

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